Retrato de Jorge Juan y Santacilia,
obra de Rafael Tejeo. 1828. (Museo Naval de Madrid).
1713-1773
Jorge Juan y Santacilia (Monforte del
Cid –bautizado–,1 Alicante, España, 5 de
enero de 1713-Madrid, 21 de junio de 1773)
fue un humanista, ingeniero naval y científico español.
Midió la longitud del meridiano terrestre demostrando que
la Tierra está achatada en los polos. Reformó el modelo naval
español.
Biografía
Hijo de Bernardo Juan y Canicia y de Violante Santacilia y Soler,
nació el 5 de enero de 1713, entre las dos y tres de la tarde en la
hacienda de su padre llamada El Hondón (hoy también conocida como
El Fondonet), en el término actual de Novelda,1 en la zona
conocida como «La Monfortina». Con motivo del III centenario de su
nacimiento se desarrollaron multitud de argumentaciones en torno a la
procedencia de su nacimiento.2 Lo cierto es que a pesar del
nacimiento en su casa natal de El Fondonet, su bautismo se realizó
en Monforte del Cid,3 siendo esta localidad la que figura
en el único escrito que se halla acerca de la natalidad del mismo,
la carta de ingreso a la Orden de Malta, en donde figura de su
puño y letra que «Soy natural de Monforte».
Tenía tres años de edad cuando quedó huérfano de
padre, estudiando las primeras letras en el colegio de la Compañía
de Jesús de Alicante bajo la tutoría de su tío don Antonio Juan,
canónigo de la colegiata. Poco después, su otro tío paterno don
Cipriano Juan, Caballero de la Orden de Malta, que por entonces
era Bailío de Caspe, se encargó de su educación
enviándole a Zaragoza para que cursara allí los estudios de
Gramática, que en aquel tiempo constituían una enseñanza
preparatoria para otros estudios superiores. La ciencia matemática
era una de las materias más importantes en la educación de
un guardiamarina del siglo XVIII. En 1729, con dieciséis
años de edad, regresó a España para solicitar su ingreso en la
Real Compañía de Guardias Marinas, escuela naval militar fundada
por Patiñoen 1717 en Cádiz. En 1729 ingresó en
la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Tras seis meses
de espera asistiendo como oyente, ingresó en 1730 en la Academia,
donde se impartían modernos estudios técnicos y científicos con
asignaturas como Geometría, Trigonometría, Observaciones
astronómicas, navegación, cálculos de estima, hidrografía,
cartografía, etc., completando una formación humanística con otras
clases de dibujo, música y danza. Pronto adquirió fama de alumno
aventajado, siendo conocido por sus compañeros con el sobrenombre de
Euclides. Las avanzadas teorías de Newton eran conocidas y
divulgadas en esta academia, de la que habrían de salir técnicos
muy cualificados para la Armada. Cádiz era una puerta abierta a la
Europa ilustrada, a las corrientes enciclopedistas y al comercio con
América, en una España dieciochesca que se resistía al avance de
las nuevas ideas. El mismo Voltaire tenía una casa
comercial de vinos en Cádiz.
Todo esto debió de influir en la formación del
joven Jorge Juan que en 1734, con 21 años de edad, finaliza sus
estudios de Guardia Marina, tras haber navegado durante tres años
por el Mediterráneo, participando en numerosas expediciones, bien
para castigar a los piratas, o en la campaña de Orán, o en la
escuadra que acompañó a Nápoles para sentar en el trono al
entonces infante don Carlos, que más tarde sería Carlos III de
España. Entre otros maestros en el arte de navegar tuvo como general
al Marqués de Mari, su capitán en la Academia de Cádiz, y como
comandantes al Conde de Clavijo, al célebre don Blas de Lezo y
a don Juan José Navarro, después Marqués de la Victoria.
Como cadete participó en la expedición contra Orán
(1732) y en la campaña de Nápoles (1734). En 1734, todavía
estudiando, se embarcó junto con Antonio de Ulloa en la
expedición organizada por la Real Academia de Ciencias de
Parísa las órdenes del astrónomo Louis Godin para medir
un grado del arco de meridiano terrestre en la línea
ecuatorial en América del Sur, específicamente en la Real
Audiencia de Quito (el actual Ecuador). Esto se realizó
en Quito, su capital, territorio en aquella época bajo el
dominio de la corona española. En la expedición se determinó que
la forma de la Tierrano es perfectamente esférica y se midió
el grado de achatamiento de la Tierra.
Jorge Juan permaneció diecinueve años en América
estudiando la organización de aquellos territorios por encargo de la
corona. A su regreso, Fernando VI lo ascendió a capitán
de navío.
Consciente de que la armada
española comenzaba a estar anticuada, en 1748 el marqués de la
Ensenada le encargó viajar a Inglaterra como espía para
conocer las nuevas técnicas navales inglesas.7
Su misión consistía en informar de los avances
británicos en construcción naval e importarlos, contratando además
a expertos de los astilleros del Támesis que quisieran hacer escuela
en España. Adoptó la falsa identidad de Mr. Josues. En menos de una
semana logró lo que el inexperto embajador no había conseguido en
años. Incluso conoció al almirante George Anson y al
primer ministro John Russell, IV duque de Bedford, y
compartió mesa con ellos. Este último ordenará poco después a la
policía darle caza por espía. Sus informes, por medio de cartas
cifradas, convencieron aún más a Ensenada de la necesidad de
cambiar de política y centrar el esfuerzo en construir una flota
poderosa y moderna. Jorge Juan intuyó como él que tarde o temprano
se dirimiría contra la flota inglesa la supremacía de los mares y
sin un cambio en la Armada no habría América. Informó sobre la
construcción naval, que se demostró más anticuada que la
de Antonio Gaztañeta usada en España, y la división
moderna del trabajo cualificado, copió pieza a pieza los diseños de
barcos y las investigaciones sobre el lacre y las primeras
aplicaciones de máquinas de vapor para limpiar puertos entre otros
usos preindustriales. También informó de planes concretos de los
ingleses para atacar América.
El gasto en madera era enorme contra el eficiente
sistema inglés y la calidad y resistencia de sus jarcias, velas y
otros componentes. Jorge Juan incluso realizó sus propias mejoras al
sistema. Pero la policía inglesa empezó a recibir informes y alguno
de sus contactos allí fue detenido por el propio ministro Bedford.
Antes de escapar aún tuvo que vivir mil peripecias y planificar el
viaje de decenas de importantes ingenieros navales y obreros
cualificados a España con sus familias para trabajar para la Corona,
convenciéndoles de que aquello no pondría en peligro la industria
naval británica y en junio de 1750 logró cruzar el Canal de
incógnito en un barco, el Santa Ana de Santoña, y llegó a París.
A su vuelta comprobó que ya trabajaban en España
cuatro de los mejores constructores ingleses, medio centenar de
técnicos y decenas de obreros cualificados. Protegido por Ensenada,
fue nombrado en 1752 Director de la Academia de Guardias Marinas
de Cádiz. Allí terminará de experimentar todas sus teorías sobre
la construcción naval sustentadas matemáticamente. Los resultados
incluso impresionaron a los ingleses. Inspeccionaba desde la tala de
árboles hasta la modernización de arsenales y astilleros, empezando
por Cartagena. Él mismo se hizo cargo de la construcción naval
española, renovando los astilleros. Su actividad tuvo tan buenos
resultados que pocos años después los ingleses devolvieron la
visita para estudiar sus mejoras. Pero las intrigas triunfaron en el
verano de 1754 y provocaron la caída y destierro del marqués de la
Ensenada, gracias al empeño del sagaz embajador británico en
Madrid, Benjamin Keene. Con el tiempo, sus ideas y las de Jorge
Juan serían desechadas en favor del tipo de construcción naval
francesa de Gautier, mucho más atrasado, pero defendido con denuedo
por los nuevos ministros y sobre todo por Julián de Arriaga,
secretario de Marina.
Entre 1751 y 1754 estuvo en Ferrol donde,
con el ingeniero militar Francisco Llobet, planeó y construyó
el arsenal y poco después realizó los primeros planos del que sería
el barrio de la Magdalena, que quedaría en manos de Llobet.
En 1757 fundó por encargo del rey Carlos
III el Real Observatorio de Madrid. También propuso
al marqués de la Ensenada la creación de otro
observatorio en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz,
idea que llevó a cabo más adelante el marqués de Ureña,
fundando el Real Observatorio de la Armada, en San
Fernando (Cádiz).
En 1760 fue nombrado jefe de escuadra de
la Armada Real. Su competencia y buen valer hicieron que en 1767
se le nombrara Embajador Extraordinario de Su Majestad en Marruecos y
logró firmar un primer tratado de 19 artículos que no ignoraba
ninguna de las ambiciones importantes de la Corona. Allí también
recabó información secreta y relevante para el Monarca; el Rey le
honró con la dirección del Seminario de Nobles de Madrid
en 1773.
En los últimos años, elaboró un plan para la
expedición que realizaría el cálculo del paralaje del Sol, es
decir, la medición exacta de su distancia a la Tierra. El fenómeno
astronómico que mejor podría contribuir a la finalización del
problema era el tránsito de Venus por el disco solar. Así, la
expedición dirigida por Vicente Doz salió de Cádiz en 1769 y el 3
de junio midieron desde la costa de California el fenómeno
astronómico. Los resultados entre las diferentes mediciones fueron
perfectos y pusieron fin al problema de la determinación exacta de
la escala del sistema solar.
Estuvo muy vinculado
(desde los doce años) a la orden de los Caballeros de Malta de
la mano de su tío, que ocupaba uno de los más altos cargos de la
orden. Jorge Juan acabaría recibiendo el título de Comendador de
Aliaga de la orden de los Caballeros de Malta9
«A tanto laboriosidad sacrificó su salud en términos que la repetición de los cólicos biliosos convulsivos acabó con su vida en Madrid á 21 de junio de 1773. Enterrósele con solemnidad en la Parroquia de S. Martin, donde cubre sus cenizas un honorífico epitafio.»
Sus restos mortales fueron inhumados en el Panteón
de Marinos Ilustres, de San Fernando (Cádiz) el 2 de mayo
de 1860.
Texto: Wikipedia
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