Medalla Inauguracion Sede Central Banco de Alicante 1972
(actual edificio Hotel Eurostar Lucentum)
Historia del Banco de Alicante
Juan Antonio
Bernabeu Pérez | REA nº 34 | Publicado en Octubre de 2016
Alicante ha
tenido y tiene una larga trayectoria bancaria. Lo demuestra el hecho
de que en 1858, Alicante ya contaba con una sucursal del Banco
de España. La Sucursal del Banco de España en Alicante inicia sus
operaciones el 22 de agosto de 1858, dos años después de
establecerse un sistema de pluralidad de bancos de emisión (…).
BANCO DE ALICANTE
LA HISTORIA DE UN BANCO ALICANTINO
Por Juan
Antonio Bernabeu Pérez, economista.
Pese a su
actividad comercial, en esta ciudad no cuajaron las iniciativas
privadas para el establecimiento de bancos emisores, por lo que el
Banco de España decide abrir sucursal.
La primera sede
se sitúa en la casa del Pasaje de Amérigo, en la calle de la
Princesa, hoy de Altamira. Estas instalaciones se alquilan por 30.000
reales anuales.
El segundo
domicilio de la sucursal, ya en régimen de propiedad, es en la calle
de la Victoria, luego de Doctor Esquerdo, y actualmente de Méndez
Núñez, uniéndose más tarde con el contiguo edificio de la calle
de Bilbao, número 1.
La tercera sede
y actual, se construyó en la Rambla de Méndez Núñez, número 31 y
fue inaugurada el 27 de junio de 1947.
El edificio
actual de la sucursal de Alicante, de estilo casticista, se proyecta
en los últimos meses de la II República, aunque no comienza su
construcción hasta 1943, finalizada la Guerra Civil. Las obras
terminan en 1945, demorándose su inauguración hasta el 27 de junio
de 1947.
Esta obra del
arquitecto D. José Yarnoz Larrosa está construida sobre un solar de
1.256 m2, la superficie total edificada es de 2.719 m2, distribuida
en cinco plantas.
Alicante fue
sede de los grandes bancos de la época, Bilbao, Vizcaya, Central,
Popular, Hispano Americano. Pero no fue hasta 1965, que Alicante
contó con un banco local y propio para la capital y su provincia.
En 1965, un
grupo de pequeños industriales y políticos alicantinos aglutinados
en torno el exgobernador civil José Aramburu, Raimundo Fernández
Cuesta y el industrial José Albert, más conocido como “El
cubano”, decidieron crear el Banco de Alicante. Su intención
era poner fin al sucursalismo económico que venían ejerciendo
las diferentes entidades bancarias afincadas en la provincia.
El auténtico,
motor de la entidad fue sin embargo José Fons Antón, un popular
personaje de la vida local, que impulsó y dirigió la entidad con el
lema de “El Banco de Alicante para los alicantinos”. En la
calle se asegura que Pepe Fons aprendió el oficio de comerciante por
ósmosis, cuando detrás del mostrador del bar de su padre, el
“Ivori”, atendía a los empleados de una pequeña entidad
bancaria cercana, “Los Provisores del Porvenir”. Con el tiempo el
aprendiz de camarero pasó a convertirse en empleado del banco, y
poco más tarde empezó a trabajar en una agencia del Banco Popular,
de la que acabó siendo director.
Pepe Fons
aportó al Banco de Alicante una manera popular y directa de tratar
al cliente, rompiendo moldes y logrando que un gran número de
accionistas humildes se atrevieran a participar en su aventura
financiera. La demanda de acciones fue tan elevada que llegaron a
pagarse 14.000 pesetas por valores de 1.000 pesetas.
Juan Bautista
Torregrosa Roselló, creador de la empresa inmobiliaria Calpisa,
participó también desde el primer momento en el primer equipo de
dirección del banco. Torregrosa llegó a la entidad de forma casual.
Acudió a la entidad buscando un crédito y salió de las
dependencias convertido en consejero. Torregrosa, que; tenía por
entonces una conocida reputación como constructor, había sido
promotor del barrio Juan XXIII en Alicante y se encontraba empeñado
en el proyecto del Gran Alacant, en Santa Pola. Por ello pudo aportar
al banco tanto su experiencia como promotor inmobiliario como la
colaboración de algunos técnicos, uno de los cuales fue el abogado
Emilio Martín Villa, hermano del político.
La visión de
futuro y el empuje de Torregrosa, el populismo de Pepe Fons y la
euforia económica de la década de los sesenta convirtieron al Banco
de Alicante en uno de los primeros de la provincia. Abrió sucursales
en diferentes puntos de la provincia -primero Alcoy, después
Villafranqueza, Villena, Elche, Jávea, Castalla, Benidorm y Aspe,
entre otros puntos- y compró en Alicante el viejo cine Capitol,
antes Salón Espada, en la avenida Alfonso X el Sabio, para levantar
la actual sede central. Antiguos accionistas aseguran que las juntas
de esa época eran “como un volcán”, donde “se aplaudía a
rabiar el alicantinismo de sus promotores”.
La gestión de
Torregrosa y Fons coincidió, sin embargo, con una serie de rencillas
internas que concentraron las acciones en manos de un reducido grupo
de industriales, entre los que se hallaban Felipe Fuster Santamaría,
propietario de una importante fábrica de galletas; Juan Balbastre,
promotor de la compañía de autocares La Unión de Benisa y de la
Caja de Ahorros de Valencia.
Estas tensiones
provocaron la salida temporal de Juan Bautista Torregrosa, en abril
de 1968, “por discrepancias de los componentes del Consejo”,
según sus declaraciones en, el sumario abierto sobre el caso Banca
Catalana. Regresó a finales del mismo año, invitado por Pepe Fons.
Para que pudiera adquirir las acciones del banco que le posibilitaran
tomar las riendas, recabó apoyo del Banco Popular, con el que compró
un paquete mayoritario de la entidad, aunque utilizando como pantalla
su empresa inmobiliaria, Calpisa. De 1969 a 1978 Torregrosa fue
presidente del Banco de Alicante, actuando como fiduciario del
Popular.
La operación
se llevó con sigilo para eludir las inspecciones del Banco de
España, que en aquella época controlaban directamente la compra de
acciones por parte de otras entidades, saltándose además el
artículo quinto de los estatutos del propio banco, que prohibía
explícitamente la venta de sus acciones a otros bancos.
Fons y
Torregrosa, a los que se les acusó de actuar como si fueran dueños
absolutos del Banco de Alicante, no pudieron superar los primeros
embates de la recesión de los años siguientes y se convirtieron en
víctimas de la crisis. Fons abandonó el Banco de Alicante tras
descubrirse importantes desequilibrios patrimoniales y se
incorporaría poco después al equipo fundador del Banco
Internacional Comercio en Alicante, luego en la órbita del
antiguo Banco Central, donde intentó repetir su aventura bancaria.
Falleció en
1980, en el rellano de su apartamento de la playa de San Juan, en
Alicante, de dos disparos, uno de ellos en el corazón. Aseguran, que
días antes de su muerte, le había preguntado a su hija, que
estudiaba Medicina, dónde se encontraba el corazón.
Juan Bautista
Torregrosa, creador de un imperio inmobiliario considerado como
modélico, tuvo que vender todo su patrimonio para hacer frente a las
deudas. De cualquier manera Torregrosa aportó toda su experiencia en
el sector inmobiliario, facilitando el protagonismo de la entidad
durante el boom constructor de los años 70. Este hecho provocó que
la entidad pudiera expandirse, abriendo oficinas por toda la
provincia.
En 1979 el
Banco de Alicante inició su primera ampliación de capital de una
acción nueva por cada cinco antiguas, a la par. En esos momentos el
capital del Banco de Alicante era de 1.062 millones, de las antiguas
pesetas, que pasarían al cierre de la ampliación a 1.274 millones
de pesetas. Los recursos ajenos del banco se situaban en 14.300
millones de pesetas.
Todo fue
bonito, mientras duró. En 1971, la turbulenta Banca Catalana
comenzó a hacerse con el Banco de Alicante. El fin estaba cerca.
Banca Catalana
empezó a comprar acciones del Banco de Alicante en 1971 y culminó
su operación de dominio 10 años más tarde. En 1981 disponía de
999.169 títulos, lo que representaba un 62,751. del capital del
Banco de Alicante. Ello supuso un desembolso de 3.443 millones de
pesetas. La compra de estas acciones fue decidida, según fuentes
solventes, por Jordi Pujol personalmente, tras duras discusiones con
otros miembros del consejo de Banca Catalana que lo desaconsejaban.
Los más reticentes eran su padre y su cuñado, Francesc Cabana.
Banca Catalana adquirió el Banco de Alicante a través de una
sociedad instrumental, Verein, fundada por el suegro de Jordi Pujol,
Josep Ferrusola Pascual, y por Miquel Esquirol.
Juan Bautista
Torregrosa, presidente del Banco Alicante, explicó, al declarar ante
el juzgado que investiga el caso Catalana, los pormenores de la
operación: “En mayo de 1971 fueron a visitar al declarante,
en Madrid, los señores Millet y Vilaseca, y le propusieron la compra
de acciones. Dado que no era propietario de las mismas, sino mero
fiduciario, les indicó la conveniencia de visitar a los directivos
del Banco Popular (…) A las pocas semanas se había hecho la
operación de compraventa de las acciones”.
Medios
financieros aseguraron entonces, que el traspaso de 78.429 acciones
supuso sustanciosos beneficios para el Popular, y que se efectuó a
través de un préstamo de 400 millones de pesetas que este mismo
banco otorgó a quien actuaba como comprador fiduciario.
Entre 1974 a
1981, Banca Catalana siguió comprando otros paquetes de acciones del
Banco de Alicante, participando en la expansión algunos ex
consejeros de la entidad barcelonesa y otros hombres de confianza,
como Olegari Soldevila, Josep Maria Draper, Manuel Ribes, Ferran
Ariño, Manuel Cardeña, Alfonso Maristany y José Ros Mediano.
En un
principio, Banca Catalana mantuvo a Torregrosa y a José Fons en los
cargos directivos. Según Torregrosa, la marcha financiera del banco
era decidida desde Barcelona por el consejo de Banca Catalana. Otras
fuentes subrayan, por el contrario, que el banco tuvo en toda esa
etapa, hasta 1977, un considerable margen de independencia.
Banca Catalana
intervino más directamente a partir de 1976, cuando empezaron las
dificultades de la propia entidad barcelonesa y se descubrieron
en el Banco de Alicante importantes irregularidades atribuidas,
supuestamente, a José Fons, que al parecer produjeron un
perjuicio de cerca de 500 millones de pesetas. También fueron
sustituidos varios empleados locales por personas de confianza de los
rectores de Catalana, y José Ros Mediano -del equipo directivo del
Banco Industrial de Cataluña-, y otro catalán, Alfonso Maristany,
se incorporaron a la entidad alicantina.
Los accionistas
del Banco de Alicante, siguieron con actitud crítica la progresiva
incorporación de hombres de Banca Catalana a los puestos clave, y un
sector reducido se movilizó, capitaneado por Pascual Cantos y
Enrique Llopis. En una junta general intervino un industrial,
Patricio Simó, para decir en tono irónico que “el banco sólo
tiene, de Alicante, el nombre”. Este mismo accionista, que lo era
también de Banca Catalana, luego pidió públicamente que se
investigara a Jordi Pujol y a sus ex consejeros por su actuación en
la crisis de la entidad barcelonesa. Cantos y Llopis denunciaron ante
la junta de accionistas y ante el Banco de España la posible
existencia de irregularidades, pero sus quejas nunca fueron
atendidas.
Ros Mediano
intentó reactivar las actividades del Banco de Alicante, abriendo
nuevas sucursales en Madrid y en Valencia y racionalizando gastos y
plantilla. Luego, cuando Catalana llegó al convencimiento de que
debía vender el Banco de Alicante, abrió unas conversaciones con la
Corporación Financiera del País Valenciano, que no prosperaron.
Posteriormente, Catalana entabló contactos con otras entidades, pero
antes de que se concretaran la entidad barcelonesa fue intervenida
por el Fondo de Garantía de Depósitos, arrastrando al Banco de
Alicante.
En 1982, el
Banco de España inició una inspección del Banco de Alicante que
desveló cerca de 1.000 millones en créditos cruzados con otras
entidades del grupo Catalana. A pesar de que el Banco de España
sobreseyó el expediente, en marzo de 1983 la junta de accionistas
decidió someterse a una operación acordeón, devaluar sus acciones
a una peseta y exonerar de cualquier tipo de responsabilidad a los
directivos, tal como habían hecho meses atrás los accionistas de
Catalana con los suyos.
En la misma
junta conocieron la memoria que señalaba: “El ejercicio de
1982 ha sido decisivo. El Banco de Alicante tiene unas pérdidas de
tal cuantía, en relación a su capital social y reservas, que, de no
adoptarse medidas drásticas, obligarían a su disolución y
liquidación.”
Más tarde el
Banco de Alicante acabó formando parte del Banco Exterior de España
y luego del grupo Argentaría.
El día 11 de
enero del año 2000, el consejo de administración del Banco de
Alicante, propiedad en un 99% de Argentaria, aprobaba fusionarse con
el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), con lo que dejaría de
operar como entidad independiente a mediados de este mismo año,
cuando esta decisión fuera ratificada por la junta de accionistas,
que recibirán tres acciones del BBVA por cada dos de la entidad con
sede en Alicante. El Banco de Alicante funcionaba con su propia clave
bancaria aunque formaba parte de la unidad de negocio de banca
minorista de Argentaria desde que en 1983 fue adjudicado al Banco
Exterior -otro de los bancos que formaban parte del grupo- por el
Fondo de Garantía de Depósitos.
Esta decisión
suponía la desaparición de la marca “Banco de Alicante” para
incorporarse en el plazo de dos años a la red del BBVA que tenía la
intención de desarrollar una marca única para todo el grupo.
Desde que la
junta del Banco de Alicante aprobara la fusión hasta su integración
total en la red BBVA, las oficinas del Banco de Alicante se
integrarían en la red de Argentaria. El Banco de Alicante contaba,
en ese momento, con 101 oficinas y 546 empleados en la
Comunidad Valenciana -85 en Alicante- y Murcia, que pasarán a formar
parte de la red Argentaria. La entidad gestionaba 196.789 millones de
recursos de clientes, magnitud que creció en el último ejercicio un
11,6%, mientras que los créditos sobre clientes se situaban en
183.236 millones, con un incremento interanual del 13%. A 30 de
noviembre de 1999 el Banco de Alicante arrojaba un beneficio antes de
impuestos de 1.978 millones de pesetas.
Fuentes de
Argentaria asegurarían que la fusión del Banco de Alicante en el
nuevo grupo BBVA sería beneficiosa tanto para clientes como para
accionistas. “Al margen del hecho nostálgico de la
desaparición de la marca, la nueva entidad será el primer banco de
la provincia de Alicante, con lo que se reforzará el papel de apoyo
a las pequeñas y medianas empresas que desarrollaba el Banco de
Alicante”.
El sueño de
que Alicante tuviera su propio banco, iniciado en 1965 por aquel
grupo de entusiastas alicantinos, llegó a su fin en 2002.El nombre
“Banco de Alicante”, desaparecía del todo, en la ciudad y su
provincia. La aventura había durado 37 años y Alicante se quedó
sin su banco.
www.alicantecultura.org
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